La Semana
Santa de Calzada de Calatrava es una de las más renombradas de la provincia de
Ciudad Real. Todos sus actos revisten gran esplendor y solemnidad, viviéndose
intensamente por los calzadeñs presentes y ausentes, que en estos días vuelven a
su tierra, así como por numerosos forasteros que en estas fechas visitan nuestro
pueblo. Ya hemos dejado constancia de algunos aspectos que la distinguen y
caracterizan. Ahora vamos a fijarnos en los pasacalles, que constituyen otra
nota diferenciadora.
Antes y después
de cada una de las procesiones se da el pasacalles. Los penitentes con la banda
de música, banda de cornetas y tambores y sección de Armados, se incorporan a
la sede de las distintas hermandades en el patio del convento de San Francisco,
y desde allí inician un desfile que tiene como finalidad anunciar el comienzo o
cierre de la procesión correspondiente.
La gente, en
las aceras, contempla y aplaude la vistosidad y marcialidad de la comitiva, que
recorre el itinerario de la procesión con paso vivo, de marcha rápida. Después
de la procesión se repite el pasacalles, pero en sentido inverso.
Y cuando este pasacalles final retorna al convento de San Francisco, allí,
en la sede de la hermandad, los hermanos mayores tiene preparada la invitación,
popular y vulgarmente charco, y los penitentes que han intervenido, junto al
público que se suma, son obsequiados con los típicos enaceitados, y todo ello,
tanto a la ida como a la vuelta, amenizado con selectas piezas musicales
interpretadas por la banda de música local y animadas marchas a cargo de la
banda de cornetas y tambores.
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